Manantial de Fe

“EL QUE CREE EN MÍ, COMO DICE LA ESCRITURA, DE SU INTERIOR CORRERÁN RÍOS DE AGUA VIVA.” SAN JUAN 7:38

¿QUIÉNES SOMOS?

LA IGLESIA EVANGÉLICA MANANTIAL DE FE DE SANTA BÁRBARA DE HEREDIA TIENE MÁS DE 86 AÑOS DE ESTAR AL SERVICIO DE DIOS Y LA COMUNIDAD. SIENDO UNA DE LAS PRIMERAS IGLESIAS EN LA PROVINCIA DE HEREDIA, NUESTRA IGLESIA SE HA CARACTERIZADO POR ENSEÑAR LA SANA DOCTRINA DE LA FE CRISTIANA, BASANDO SUS ENSEÑANZAS FIELMENTE EN LAS ESCRITURAS. EN MEDIO DE NIÑOS, JÓVENES, Y ADULTOS COMPARTIMOS SEMANA A SEMANA EN LA PRESENCIA DE DIOS

PROPÓSITO: NUESTRO PRINCIPAL PROPÓSITO ES ANUNCIAR EL EVANGELIO DE JESUCRISTO A TODA PERSONA, EN PARTICULAR A LOS Y LAS HABITANTES DEL CANTÓN DE SANTA BÁRBARA DE HEREDIA, NUESTRA TIERRA ESPECÍFICA DE MISIÓN, PARA QUE TENGAN UN ENCUENTRO REAL Y PROFUNDO CON CRISTO Y DE ESTA MANERA, VIVAN UNA VIDA ABUNDANTE, LIBRE DE TODA FORMA DE VIOLENCIA Y DISFRUTANDO PLENAMENTE DEL “SHALOM” DE DIOS.

EL VERSÍCULO BÍBLICO QUE IMPULSA NUESTRA FE ES: “EL QUE CREE EN MÍ, COMO DICE LA ESCRITURA, 
DE SU INTERIOR CORRERÁN RÍOS DE AGUA VIVA.
SAN JUAN 7:38

Dra. Rva. Pastora Adela Ramos Alfaro

DJI_0078

¿EN QUÉ CREEMOS?

CREEMOS EN DIOS. NUESTRO PADRE, CREADOR Y SUSTENTADOR DEL UNIVERSO, QUE HA DADO AL SER HUMANO, CREADO HOMBRE Y MUJER, ALIENTO DE VIDA Y LE HA CONSTITUIDO COCREADOR Y RESPONSABLE DE ADMINISTRAR Y MANTENER EL EQUILIBRIO DE SU CREACIÓN.

CREEMOS EN JESUCRISTO. VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBRE, QUE SE DESPOJÓ DE TODA GLORIA Y ASUMIÓ LA CONDICIÓN DE HOMBRE PARA ENTRAR EN DIÁLOGO CON EL SER HUMANO Y DE ESTA MANERA ACERCARLO AL PADRE.

CREEMOS EN EL ESPÍRITU SANTO. PRESENCIA DIVINA ACTIVA EN EL MUNDO QUE CONDUCE A LOS SERES HUMANOS A TODA VERDAD.

CREEMOS EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS. INSPIRADAS EN SU PROPÓSITO Y EN SU CONTENIDO POR DIOS, REVELADAS AL SER HUMANO, Y A TRAVÉS DE LAS CUALES ES DADA A CONOCER LA VOLUNTAD DIVINA.

ACERCA DEL SER HUMANO. QUE FUE CREADO POR DIOS, HOMBRE Y MUJER, A SU IMAGEN Y SEGÚN SU SEMEJANZA, PARA VIVIR EN UNA RELACIÓN ARMONIOSA CON SU CAREADOR, PERO POR SU INCLINACIÓN Y OBEDIENCIA AL PECADO ESA RELACIÓN QUEDÓ ROTA.

 

ACERCA DE LA IGLESIA. QUE ES EL CUERPO DE CRISTO FORMADO POR HOMBRES Y MUJERES QUE HAN ACEPTADO A JESUCRISTO COMO SU SALVADOR Y SEÑOR.

 

ACERCA DEL CREYENTE. QUE ESTÁ LLAMADO A AMAR A DIOS CON TODA SU MENTE Y CON TODAS SUS FUERZAS, A RECONOCER  EL SEÑORÍO DE JESUCRISTO RECHAZANDO TODA FORMA DE IDOLATRÍA Y A VIVIR BAJO LA INSPIRACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO.

NUESTROS MINISTERIOS

ENSEÑANZAS

ESTAS SON LAS ÚLTIMAS ENSEÑANZAS:

Texto bíblico: Hechos 10

En el capítulo 10 del libro de los Hechos, encontramos que la expansión del evangelio hacia el mundo gentil era una tarea que demandaba una preparación previa, tanto de los que serían enviados como de los que tomaban activa participación en el plan divino. Dios no hace nada por casualidad sino que sus planes obedecen a propósitos definidos desde la misma eternidad. En el relato bíblico, encontramos a dos personajes que sufrirán grandes cambios al ser obedientes a la voz del Señor: Pedro y Cornelio. Y en ese contexto, el Espíritu Santo tiene un papel protagónico: prepara los escenarios para el encuentro, así como a los mismos personajes. Al final, la bendición que desciende sobre el pueblo gentil es abundante y sorprendente: El Espíritu llena con su presencia a todos los oyentes de la palabra en casa de Cornelio, el centurión romano. 1. Dios nos prepara para la misión. 1.1. Pedro y Cornelio: dos pueblos antagónicos (judíos vs. gentiles) Jope estaba a 44 kms. de Cesarea (sede del Procurador romano de Judea, Samaria e Idumea). Por un lado, está Pedro, el pescador, el discípulo de Jesús, quien representa al pueblo judío, y por otro, Cornelio, el centurión romano, pueblo gentil. A pesar de haber estado tres años con Jesús, Pedro no estaba listo para cumplir con la Gran Comisión. Era necesario un encuentro decisivo con los gentiles. Los judíos no se relacionaban con el pueblo gentil por considerarlos paganos, pueblo infiel y apartado de Dios. Para ellos era abominación. Todavía no habían entendido que el evangelio de Cristo no es propiedad exclusiva de los judíos sino de todos aquellos que lo convierten en un estilo personal de vida. El apóstol Pablo declara en Ef. 2.14: Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación…”. Este es, precisamente, la misión de Pedro, derribar toda separación y hacer posible ese acercamiento con el pueblo gentil que estaba desde los siglos en el plan perfecto de Dios.

1.2. Limpieza de prejuicios sociales, étnicos, religiosos, culturales. Para cumplir con el plan de Dios, Él nos prepara, así como lo hizo con Pedro. En nuestra mente existen esquemas, estructuras, formas ideológicas de pensar y de ver el mundo que, en muchas ocasiones, se convierten en grandes obstáculos para ser servidores y servidoras del Señor. Pedro tenía grandes prejuicios contra los gentiles y Dios quería que su visión no se limitara al pueblo judío solamente. Mientras ora, Dios le muestra una visión con aves, cuadrúpedos y reptiles y le ordena que mate y coma. Pero él se niega porque para los judíos no todo animal se puede comer. En Lv.11 la ley prohíbe comer la carne de animales que rumian o tienen pezuña, no tienen ni aletas ni escamas, se alimentan de carroña, se arrastran o han muerto. Apoyado en la ley, Pedro tiene en su estructura mental qué es aceptable y qué es abominable. Pero ese mismo esquema de alimentación referido a los animales, también está presente cuando se trata de las relaciones con otras personas o pueblos que están fuera de la jurisdicción judía. Pedro olvidaba que Jesús, el Señor y Maestro, había enseñado que no es lo que entra en el ser humano lo que lo contamina sino lo que sale del corazón (Mr. 7.15). Del corazón, centro del pensamiento, salen los adulterios, los homicidios, los odios, las rencillas, los hurtos, los prejuicios contra otras personas, y todo el mal que abunda en nuestro ser interior. Pedro debía cambiar, si en verdad quería ser un instrumento de la bendición de Dios para otras personas. De igual modo, nosotros, si no estamos dispuestos a cambiar nuestra manera de pensar, nuestros esquemas mentales, llenos de prejuicios, no lograremos oír la voz de Dios para participar en sus propósitos divinos. Pablo en Romanos 12.2, nos exhorta a que cambiemos nuestra manera de pensar para que cambie nuestra manera de vivir. Es el gran desafío que nos plantea el evangelio en el seguimiento de Jesucristo.

1.3. Cornelio: en el lado opuesto al judaísmo, está un militar romano, que se caracteriza por ser piadoso, religioso, temeroso de Dios, generoso en limosnas. Un hombre en apariencia bueno. Sin embargo, la Biblia declara: no hay justo ni aun uno (Sal. 53.3). Este es uno de los argumentos que muchas personas esgrimen cuando se les comunica el evangelio: se justifican a sí mismos al considerarse muy buenos. Ni Jesús mismo como humano quiso aceptar que lo llamaran bueno. Ese apelativo es exclusivo de Dios (Mt. 19.17). Cornelio estaba ayunando y orando cuando Dios le revela una visión. Un ángel del Señor se le presenta y le ordena que envíe por Pedro, el apóstol, el cual se hospeda en casa de un Simón curtidor, en Jope. Aquí podemos notar cómo Dios tiene conocimiento de todo lo que sucede en este mundo. Nada hay oculto ante su presencia. Como declara el Salmo 139, estamos al descubierto, y aun más allá de lo que podemos ver y pensar. Esto nos lleva a la conclusión de que nuestras vidas obedecen a propósitos del Señor y no somos producto del azar, como muchos tratan de engañar a los ingenuos. Cornelio obedece a la visión y envía a tres de sus hombres para que traigan a Pedro hasta su casa.

2- El Espíritu ordena y el discípulo obedece: “19 Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan. 20 Levántate, pues, y desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado”.

2.1- Dios es Espíritu. El Espíritu Santo descendió el día de Pentecostés para guiar a la iglesia y darle el poder necesario con el cual testificar del evangelio de Cristo. El Espíritu es el que continúa haciendo la obra del Hijo en este mundo. Es él quien nos guía en el diario caminar y nos enseña cómo acatar la voluntad del Padre para que seamos testigos de sus maravillas. El Espíritu es quien convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio (Jn. 16.8-11). A nosotros, como siervos de Dios, solo nos corresponde obedecer para glorificar el nombre de nuestro Señor y Salvador.

2.2- Levántate…desciende… y no dudes de ir… Aquí vemos cómo el Espíritu da órdenes precisas a Pedro: Levántate. Esta primera acción nos llama a la acción, a no quedarnos en nuestra comodidad del hogar, sin cumplir con la voluntad de Dios. Es más confortable quedarnos en el mismo sitio que ponernos en camino, en acción. Por algo, a los primeros cristianos se les llamó los seguidores del Camino. Eran caminantes. No tenían residencia fija. No se ocupaban de las cosas materiales porque su propósito era obedecer lo que Dios ordenaba que hiciesen. No siempre estamos listos para ponernos en acción. Nos cuesta dejar el confort e ir a lugares desconocidos donde todo cambia: las costumbres son otras, las personas son diferentes y nosotros somos los extraños. El Espíritu Santo conoce nuestro ser interior. Por tal razón le dice a Pedro que no dude de ir con esos hombres que vienen a buscarlo. Dios lo había preparado con una visión que se repitió tres veces, pero el corazón humano es rebelde. Solo Dios puede cambiar nuestra rebeldía en obediencia. Si bien Pedro se dispuso a ir con los extranjeros, no lo hizo de manera inmediata como sí lo hicieron los enviados del Centurión. La duda no nos deja avanzar. Por nuestra naturaleza, sometemos todo a un razonamiento humano para justificar nuestras acciones, y cuando se trata de la fe y la obediencia al Señor, la duda se convierte en un terrible impedimento para ser fieles al llamado de salir y predicar el evangelio.

2.3- Yo los he enviado. El ángel obedece al Espíritu. Es interesante notar, en el pasaje de Lucas, que quien ordena es el Espíritu. Aunque el ángel fue quien le llevó la noticia a Cornelio y le pidió que enviara hombres a Jope por Pedro, el mismo ángel obedece al Espíritu. En Dios hay armonía en todo lo que acontece. Nada sucede por azar. La casualidad no existe; lo que existe es la causalidad. Todo obedece a una causa, a un principio divino. La iglesia del Señor no puede actuar por sus propios medios humanos. Necesita, inexorablemente, de la ayuda directa del Espíritu. Es él quien conoce los corazones y nos prepara para poder ser instrumentos de la gracia salvífica de Jesús.

3- La obediencia trae consigo la bendición del Espíritu.

3.1- El discípulo no recibe ninguna honra o gloria. Solo Dios la merece. Pedro cuando llega a la casa del Centurión, se lleva la sorpresa de que este militar quiere rendirle honores: se postra a sus pies. Pero, inmediatamente, reacciona y le dice: “Levántate, pues yo mismo también soy hombre”. Observemos que Cornelio era un hombre religioso pero no tenía claridad sobre lo que significa adorar únicamente al Dios vivo. Por eso, lo primero que hace el apóstol es rechazar esa actitud de adoración de Cornelio. Pedro sabe que el único quien debe recibir toda gloria y honor se llama Jesucristo. ¡Cuántos hoy siguen actuando como Cornelio, dando gloria a hombres y mujeres que no la merecen! Se olvidan que Dios no comparte su gloria con nadie. El único digno de recibir la gloria, la majestad y honor es Jesús (Ap. 4.11; 5.12,13).

3.2- El testimonio de Pedro: v. 28: abominación juntarse con un extranjero. Para Dios, todos somos iguales y necesitamos de la gracia divina para la salvación. V.34. Dios no hace acepción de personas. Pedro comparte con los invitados en casa de Cornelio su testimonio reciente. Lo primero que ha aprendido es a no hacer separación entre las personas por su raza, nacionalidad, sexo, posición económica o social. Se ha dado cuenta que para Dios todos somos iguales y todos merecen el mismo trato de respeto y consideración. Dios no hace acepción de personas, pero nosotros somos los que levantamos murallas para no amar a los demás porque cuando los vemos los juzgamos desde nuestra perspectiva humana. Así, si ante nosotros está un drogadicto o un borracho, no lo vemos como objeto del amor de Dios. Más bien optamos por el rechazo, porque consideramos que su vida es el resultado de sus malas decisiones, y por tanto, se merecen lo que están viviendo. No obstante, el amor de Dios es para todo el mundo, sin interponer nuestros prejuicios. Le corresponde a la iglesia amar a todas las personas así como lo hizo Jesús.

3.3- El mensaje de Pedro: v.37-42: Jesús, el Hijo de Dios. La salvación está en él. El mensaje de Pedro es conciso y sencillo: habla de quien es Jesús, el Hijo de Dios, quien vino a salvarnos del pecado y de la perdición eterna, dio su vida en la cruz, pero se levantó triunfante de la tumba. Ese mensaje del evangelio sigue siendo el mismo. Es la buena noticia que debemos compartir con los que no conocen a Cristo. El único camino de salvación se llama Jesús (Hechos 4.12). Pablo afirmó: “16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Ro. 1.16)

3.4- Manifestación gloriosa del Espíritu Santo: v. 44-46. Joel 2.28-29: “28 Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29 Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días”. Mientras la concurrencia oía el discurso de Pedro, el Espíritu que había enviado a Pedro, ahora desciende con poder sobre todos los que escuchan el mensaje de salvación. Los judíos cristianos se asombran de que también sobre el pueblo gentil, el Espíritu Santo se derrame, como en el día de Pentecostés. Pero con esa enorme bendición, Dios está confirmando que el Espíritu Santo no es propiedad exclusiva del pueblo judío sino de todo aquel que recibe el mensaje de Jesucristo. Esta bendición que se dio en la casa de Cornelio, es la que Dios también tiene hoy para la iglesia y para todos cuantos escuchan el mensaje de Jesucristo y los hacen suyo.

3.5- bautismo como confirmación de la fe en Jesucristo. Acto seguido, Pedro procede a bautizarlos en el nombre de Jesús. El bautismo fue instituido por Jesús: “19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt. 28.19). Con el bautismo, el nuevo convertido da fe pública de que ha decidido entregar su vida a Cristo y vivir para él. La bendición en casa de Cornelio fue total: aceptación del mensaje de Jesús, manifestación gloriosa del Espíritu Santo y el bautismo de los nuevos creyentes.

Bendiciones, Niray Bernal.

Lucas 9.57-62

Sin duda, esta es una gran pregunta. Multitudes seguían a Jesús, pero muy pocos se constituyeron en discípulos de él. No se trata de simpatizar con las enseñanzas de Jesús, sino de comprometerse a pensar, actuar y vivir como él lo hizo. Y esto no es tarea sencilla. En el ser humano, siempre hay excusas para no acatar los mandamientos de Dios, y en otros casos, condicionantes para el discipulado. Cualquiera que sea nuestra actitud, carece de fundamento, pues quien es llamado para ser discípulo no puede ampararse en su familia, en su seguridad, en sus tradiciones culturales, para acomodar el llamado de tal modo que le sea más fácil el seguimiento. Revisemos estas enseñanzas a la luz del evangelio de Lucas 9.57-62.

1. Decisiones precipitadas: alguien desea seguir a Jesús sin saber lo que significa e implica el discipulado. V. 57-58 Este hombre no sabía que Jesús se dirigía a Jerusalén y que allí lo iban a crucificar. Vio el seguimiento como una tarea sencilla y fácil de logar. Jesús le hace ver que el seguimiento es renuncia a nuestra posición social, renuncia a nuestros deseos y aspiraciones, renuncia a nuestro bienestar, comodidad y seguridad. El seguimiento implica muerte. Optar por Jesús no puede constituirse en una decisión precipitada. No puede estar fundamentada en un momento emotivo o sentimental. Quienes proceden así, terminan por apartarse del camino, cuando se enfrentan a pruebas o circunstancias adversas. Este hombre tiene un buen deseo pero el seguimiento no se basa en buenos deseos. No sabe que Jesús realiza una obra misionera itinerante. Guiado por el Espíritu (Jn. 3.8) no tiene residencia fija. No hay comodidad ni seguridad en el camino. La seguridad y la comodidad son grandes preocupaciones humanas. Para eso se estudia y lucha. Hoy pareciera que eso es lo importante de muchos líderes evangélicos: su comodidad y posición social. Pero Jesús no habló ni prometió escalar posiciones sociales y económicas a quienes se convirtieran en sus discípulos. Por el contrario, habló de “negarse a sí mismo, tomar la cruz cada día y seguirlo”. Nadie puede convertirse en discípulo si Jesús no lo ha llamado: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis mucho fruto, y vuestro fruto permanezca…”

2.  El seguimiento a Jesús no admite condiciones del discípulo. V.59. Contrario al primer caso de un hombre que se ofrece seguir a Jesús, en este segundo, es Jesús quien llama: “Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre”. Así llamó a Pedro, Jacobo, Andrés, Mateo, Felipe y muchos otros. Sus discípulos, simplemente, dejándolo todo le siguieron. Hay algunos ejemplos de Jesús llamando a sus seguidores (cf. 5:27; 9:23,59; 18:22; Mateo 4:19; 8:22; 9:9; 16:24; 19:21; Marcos 2:14; 8:34; 10:21; Juan 1:43; 10:27; 12:26; 21:19-22). “Sígueme” es un imperativo que no admite ninguna vacilación. Solo hay dos respuestas: se sigue o no al maestro. La respuesta de este hombre es lógica: quiere enterrar a su padre y luego seguir a Jesús. No sabemos si el padre acababa de morir o si esperaba que muriera y así poder cumplir con su deber como hijo. Sin duda, conocía muy bien la ley y los mandamientos referidos a honrar a padre y madre: Ex. 20.12; Dt.5.16; 27.16. Este hombre quiso imponer condiciones para poder seguir a Jesús, y ante el llamado de Cristo no hay condiciones que tengan validez. Nadie puede objetar el llamado anteponiendo sus propios intereses y obligaciones como buen hijo. Cuando Jesús le contesta: “deja que los muertos entierren a sus muertos, y tú, ve y anuncia el reino de Dios”, le está diciendo que quien lo llama está por encima de la ley judía, por encima de las tradiciones de familia. Lo está llamando a formar parte de una nueva familia: la familia de Dios, cuyo Padre trasciende todo concepto humano y religioso. Desde este nuevo enfoque, Jesús reestructura la jerarquía de valores humanos con una nueva identidad. El reino de Dios está en la supremacía de los valores divinos y humanos y por tanto, no admite comparación ni negociación. La decisión de pertenecer al reino de Dios obliga a renunciar a nuestros propios esquemas tradicionales de familia, amistad y sociedad.

3. El reino de Dios como prioridad en la vida del discípulo. V. 60-61.El tercer caso, aparece con otro que se ofrece como discípulo: “Te seguiré, Señor, pero…”. Como en el caso anterior, este oferente también quiere anteponer sus condiciones a Jesús antes de convertirse en discípulo. Intenciones y buenos deseos no bastan para ser discípulo del Señor: Quiere seguir a Cristo, pero primero desea despedirse de su familia. Pareciera que su condición también es válida en tanto está cumpliendo con su posición como hijo de una familia judía. Evidencia, así, el respeto por los suyos antes de tomar una decisión radical. Es muy probable que este hombre conociera la historia de Eliseo cuando Elías lo llama como su sucesor (1 Re. 19.19-21). Antes de seguir al profeta, Eliseo quiere despedirse de sus padres y hacer un banquete, y Elías se lo permite. En el contexto de la cultura judía, eso estaba bien. No había nada exagerado en esa conducta. Pero Jesús le da una respuesta drástica a este hombre: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. La autoridad de Jesús está por encima de la ley, de las tradiciones familiares, y del mismo profeta Elías. Si el pueblo reconoció a Elías como gran profeta, Jesús es más que Elías: es el Dios que se hizo carne. El reino apremia. No hay tiempo que perder. La prioridad del reino no admite dilaciones de ninguna especie, ni siquiera de la familia. Lc. 14.26. Desde muy joven, Jesús rompió con el arraigo y comodidad familiar. Por eso, a los doce años prefirió quedarse en el templo discutiendo con los doctores de la ley que andar paseando por Jerusalén con sus padres terrenales. La familia es símbolo de arraigo y comodidad, pero Jesús exige del discípulo un desprendimiento total de esa comodidad. Romper con la familia es abandonar la fuente de su propia identidad cultural y social. Es cambiarla por otra más sublime: la espiritual o celestial. El discípulo le otorga prioridad al reino de Dios y luego en un segundo plano ubica a su familia. No quiere decir que la niega o la odia: lo que significa es que amará en primer lugar a Dios y su reino, y todo lo demás, incluyendo la familia, pasará a un segundo plano. ¿Es fácil ser discípulo de Jesús? ¿Te consideras discípulo de Jesús? ¿Le has puesto condiciones para seguirlo? ¿A qué te has negado para hacer del reino de Dios y su justicia, la prioridad en tu vida?

Niray Bernal.

Texto: Mt. 21.1-17

La encarnación del Hijo de Dios siempre será un gran misterio para la mente humana. Los judíos lo rechazaron y los griegos lo consideraron una locura, pero para quienes hemos creído en el incomparable amor de Dios para salvación, Cristo es poder y sabiduría de Dios, como afirma el apóstol Pablo. Jesús nació como el más pobre de los pobres y vivió sin tener ni siquiera dónde “recostar su cabeza”. Su vida austera constituye una gran cualidad de humildad y sencillez. Toda su vida fue de entrega a la obediencia de su Padre y como tal, vivió para servir a su pueblo. Un domingo entró en Jerusalén montado en una asna y el pueblo lo proclamó rey. Ese acto de acompañamiento y de tributo, que careció de una comprensión absoluta, es en verdad, una señal de que Jesús es el Rey de Reyes y Señor de Señores. Los gobernantes de la época no entendieron este suceso, y lo consideraron una amenaza para sus intereses mezquinos. Por eso lo condenaron a la peor de las muertes de su tiempo: la crucifixión. Vamos a reflexionar en nuestra actitud ante Cristo como el Rey de reyes y Señor de señores (Mt. 21.1-7).

1.El Rey manda y los suyos obedecen

V,2 “Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos”. La primera actitud ante el Rey es de obediencia incondicional. Los discípulos no cuestionan la orden de Jesús, ni preguntan por qué o para qué; simplemente se ponen a su disposición. Esa debe ser nuestra actitud ante él: obediencia. Han hecho una larga caminata y en el camino muchos se han sumado a la caravana que se dirige a Jerusalén para la pascua. Faltando unos pocos kilómetros para su arribo a la ciudad santa, Jesús decide entrar montado en un burrito. Él tiene el panorama claro, sabe que su ascenso a Jerusalén es el cumplimiento profético de su muerte. Pero a pesar de saber lo que le espera, Jesús obedece al Padre. También en este relato, Jesús se revela como el Dios hombre que conoce el presente y el futuro. Conoce lo que está cerca y lo que está lejos de sus ojos. Nuestro conocimiento sigue siendo muy limitado: vemos escasamente lo que tenemos frente a nuestra vista. Pero el Señor no solo vio el asna, el borrico y los dueños, vio a Jerusalén donde después de entrar como el Rey, lo irían a condenar a muerte. Así como él fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, sus discípulos deben caracterizarse por su disposición a servir sin poner condiciones previas. Como estos dueños de los animales que requirió Jesús, hay discípulos cuyos nombres desconocemos y que están dispuestos a cumplir con sus órdenes. Permanecen en el anonimato y no buscan la gloria humana. Son los que trabajan en silencio, los que atienden espontáneamente las necesidades de los demás, sin pretender figurar en ningún momento, aquellos, cuyo trabajo anónimo, no pasa desapercibido. Son los discípulos que saben recibir órdenes de Jesús y sin protestar las acatan porque saben para quien trabajan.

2. El Rey viene y los suyos lo aclaman

2.1 Humildad del Rey: montado en una asna, pollino, burro. Oposición: los reyes del mundo o los generales regresaban de las batallas montados en caballos blancos, ostentando el triunfo y la grandeza. Jesús, ejemplo máximo de humildad y mansedumbre (Mt. 11.29), entra montado en una asna prestada. Pero al final de los tiempos, Jesús aparecerá no montando una asna, sino un caballo blanco, seguido por millares de los ejércitos celestiales para ejecutar justicia en la tierra (Ap. 19. 11-21). Entonces lamentarán todos aquellos que lo rechazaron y no doblegaron su corazón ante él.

2.2 Dieron a Jesús lo que tenían: sus mantos…(abrigos). V.7-8. La multitud que acompañaba a Jesús, decidió despojarse de sus mantos y dárselos para que montase en la burrita. Otros los tendieron en el camino, haciendo calle de honor. ¿Qué le damos a Jesús hoy? ¿De qué estamos dispuestos a despojarnos para dárselos al Rey? Nuestra disposición a despojarnos de lo que queremos, mide cuánto amamos al Señor. Algunos dicen amar a Dios, pero no quieren despojarse ni del 10% que le pertenece al Señor. Ese egoísmo es el nos hace inútiles para servir e impactar el mundo que nos rodea.

2.3 Aclamación, sinónimo de reconocimiento, alabanza, adoración al Rey.

Primero, Hosanna (v. 9) es la transliteración de un imperativo hebreo que significa “salva ahora”, o “salva, te ruego”. Reconocen a Jesús como Salvador. Nuestro primer gran reconocimiento ante Jesús, es el de aceptarlo como nuestro Salvador. El ser humano solo es salvo por medio del sacrificio de Jesucristo (Hech. 4.12)

Segundo, Hijo de David (v. 9) es uno de los títulos mesiánicos más populares, de modo que la gente reconocía a Jesús como el Mesías de Dios que restauraría el reino de David, según el concepto político que ellos abrigaban. Reconocen a Jesús como el Cristo. Pedro también dio una gran declaración sobre la cual se afirma la iglesia: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mt. 16.16).

Tercero, el que viene en el nombre del Señor (v. 9) es otra expresión mesiánica (comp. v. 5). ¡Hosanna en las alturas! (v. 9) expresa el ruego dirigido al Dios del cielo para que salve y bendiga a su pueblo, o que la aclamación dirigida a Jesús se oiga en el cielo. La multitud aclama con el Salmo 118:25, 26 que forma parte de una serie de Salmos (113–118) que el pueblo cantaba durante la Pascua. ¡Bendito el que viene…! (v. 9) se aplicaba primero a los peregrinos cuando se acercaban a Jerusalén para la Pascua, pero en este contexto se refiere a Jesús mismo. ¿Cómo es nuestra adoración para Jesús? Como adoradores del Señor, qué expresiones de amor, alabanza, honra están en nuestros labios y corazón?

2.4 Testimonio: 11 Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea. Cuando llegaron a Jerusalén, la gente salía a preguntar quién es este, refiriéndose a Jesús. Y ellos daban testimonio de él como uno de los grandes profetas. ¿Qué testimonio damos de Jesús? ¿Cómo testificamos de Jesús en la vida cotidiana? ¿Ponemos en alto su nombre para que otros lo puedan conocer? Nuestra vida, con sus palabras y acciones, dice si somos seguidores de Jesús o no; si lo amamos lo suficiente o lo seguimos por interés personal. Aprendamos de estos discípulos que obedecieron, se despojaron de lo que tenían y con su alabanza a voz en cuello, pusieron muy en alto el nombre de su Rey y Señor.

¡Bendiciones!

Niray Bernal C.

NUESTRAS REUNIONES

DOMINGOS:
9:00 AM CELEBRACIÓN FAMILIAR.
5:00 PM CELEBRACIÓN GENERAL.

MARTES:
7:00 PM REUNIÓN DE ORACIÓN.

MIÉRCOLES:
7:00 PM RED DE MUJERES.
7:00 PM RESTAURACIÓN

JUEVES:
7:00 PM ESTUDIO BÍBLICO.

VIERNES:
6:00 PM  ADOLESCENTES MANAFE.

SÁBADOS:
6:00 PM JÓVENES MANAFE.

CONTÁCTANOS

NUESTRO TEMPLO ESTÁ UBICADO 100 METROS NORTE DEL PARQUE CENTRAL EN SANTA BÁRBARA DE HEREDIA. 

Teléfono: +506 2269 5252
Whatsapp: +506 8797 2671
Correo: info@iglesiamanantialdefe.com

DONACIONES

Banco Nacional
Asociación Iglesia Evangelica Manantial de Fe

Ced. 3-002-066796

Cuenta Banco Nacional: 100-01-045-000187-2

Cuenta Cliente: 15104510010001879

Cuenta IBAN: CR95015104510010001879

¡ESPERAMOS VERTE PRONTO!
¡QUE DIOS TE BENDIGA!